Lo bonito sería apoyar la multitud de ONG's que se dedican a ayudar al más necesitado o animar a la plebe a formar parte de este tinglado. En cambio, voy a hablar del negocio que recauda más dinero del que necesita y que, a pesar de ello, la gente no se olvida nunca de financiarlo. Y no hablo de otra cosa que del fútbol. Dicho en tres palabras: Pan y circo.
Lo que pasa es que en España el circo se ha convertido en un espectáculo a la altura de Hollywood, los sueldos de sus actores se asemejan a los de las estrellas del celuloide y la imagen de ambos andan a la par. Porque esto es España, tierra cañí donde el diario más leído es el "Marca".
Antes de nada proclamar mi gusto por el balompié, del que soy seguidor y futbolista lisiado. Pero que me guste no significa que no me pueda quejar de este tema. Y hay muchos factores que me diferencian del "hincha común".
Todo el mundo se queja de que cobran mucho, pero nadie hace nada al respecto. Es más, contribuye al negocio. No me cabe en la cabeza que la gente pague 70€ por una camiseta que para jugar a fútbol con ella las hay por 5€. Sólo porque es de su equipo (ycurisiosamente quedará obsoleta al año, o puede que antes).
Curiosamente hace muchos años fui a una tienda de deportes porque necesitaba un par de camisetas blancas para jugar y pedí dos camisetas blancas. La dependienta aprovechó para responder: “¿La quieres del Madrid? ¿Del Valencia?”. Claro, y que me metan un clavel. Reiteré que sólo quería que fueran blancas… y baratas. Después de hacerle entender que me importaba un pito el escudo que iba a defender fuimos a su almacén donde sacó una caja cartón olvidada con camisetas de equipos de fútbol de la división inglesa de hace diez años o más. ¡A 5€ cada una! ¡Perfecto! “Me llevo dos, gracias.” Marché feliz, normal: había vencido al más absurdo consumismo :)
También destacable el hecho de que se paguen unos 100€ por ver a sus ídolos en directo (y eso sin entrar en tema de reventas). Y ya de paso mención especial al padre que hace socio a su bebé, disfrazándolo de hincha y educándolo en un ambiente donde lo normal es insultar a gritos y percusionar las vallas publicitarias a base de golpes jadeado por los subseres involucionados del fondo de los hinchas. Y es que no hay nada mejor en este mundo para animar a tu equipo que rememorar a nuestros ancestros los simios. Todos pensamos que ganan demasiado pero nadie corta el grifo. Es más, echamos calderos de nuestros propios bolsillos: comprar camisetas a precio de oro, pagar por entradas que se ríen de la crisis, apoyar con el PPV o lo que se os ocurra.
También se me ocurre una analogía simpática: imagina que tienes admiración por un músico y que tienes la oportunidad de verlo actuar pagando la entrada. El problema es que además del precio desorbitado de la misma es que sólo puedes verlo viendo como se aprovecha y abusa de tu mujer. Una locura, ¿no? Pero como es prácticamente el único modo de presenciar al artista en tu ciudad pues pagas la entrada y disfrutas del espectáculo.
No, no se me ha ido la pinza, pero lo que quería expresar era lo curioso que se me hace que los hinchas de un equipo de medio pelo cuando viene un equipón a su estadio a jugar pagan el doble o el triple que por otro cualquiera para ver como humilla al equipo de su corazón. Sí, sé que hay diferencias pero no me negaréis curioso el hecho de pagar más de la cuenta para ver una más que probable humillación de los tuyos.
El fútbol no ha evolucionado. Prácticamente nada. Debe ser el deporte con menos evoluciones y más injusticias arbitrales del mundo. Total… nos va la bronca.
El fútbol no sólo es que no evoluciona, es que no quiere evolucionar. Cuando se pita una falta cercana al área pues tómatelo con calma, porque si al equipo defensor le interesa perder tiempo pues se pasará a la torera la distancia de la barrera. Hace diez años o así vi por la tele que alguien había inventado un spray que pintaba el césped y que la pintura duraba unos diez minutos o así. Ideal para evitar esa “mafia barreril”. El que pisara la línea excluido de ella. Pero claro, mejor así que nos va la polémica.
Luego otro tema polémico: las jugadas que son vitales y que deciden el cauce del partido: un gol fantasma, un penalti dudoso, un fuera de juego mal visto, etc. Si estuviéramos hablando de otro deporte con más puntos pues tampoco sería tan importante (por ejemplo, el baloncesto). Pero si hablamos de un deporte donde hay tan pocos goles estos fallos se magnifican.
La culpa no es sólo de los árbitros, que no son Dios y lo ven todo. Hay soluciones alternativas que palian estos conflictos. Por ejemplo tengo entendido que en el fútbol americano los capitanes pueden parar el partido ‘x’ veces para revisar la jugada en vídeo. En tenis existe el ojo de halcón que aclara las bolas dudosas. Pero en fútbol lo normal es pensar que tres árbitros puedan ver en todo momento lo que ocurre en hasta 8.250 metros cuadrados. Y si no pues ya estará el público del fútbol, el más educado de todos los deportes, esperando ansiosamente a que ocurra esa jugada polémica en la que aprovechan para soltar al árbitro todo el odio acumulado durante la semana del curro. Quien necesita un finde en un balneario cuando puede ir a un estadio a recordar sus aspectos más primitivos.
Lo dicho, nos va la bronca. Para qué cambiarlo si nos va la bronca.Y ya que estamos: ¿cómo llevan el poder los de arriba? Pues si miramos al mejor equipo del mundo históricamente hablando pues teóricamente debería ser un ejemplo a seguir. La realidad es que es un circo que da más bien vergüenza ajena. Y no hablo de otra personaje que Ramón Calderón, ex presidente del Real Madrid. Comentaré cuatro cosillas de este individuo que alcanzó la fama meteóricamente y que se le recordará como el peor presidente de la historia del Real Madrid (podríamos llamarle el Gaspart de la capital).
Para empezar este hombre llegó al poder especulando con cromos. Y es que así de triste es promocionar tu candidatura. Cuando nadie conoce a los candidatos parece ser que no te queda otra que vender humo para escalar al trono. Florentino Pérez lo hizo, pero tenía un acuerdo firmado. Con lo cual no hay cabida al reproche.
Pero es que cuando se votó para presidente después del Florentinato parece que se puso de moda decir nombres de cracks. Cada candidato presumía de los futuros y presuntos refuerzos. Obviamente la gente votó en función de esas promesas y no tenían ni pajolera de la manera de ser y la posible forma de llevar el club de esos cuatro gatos, completos desconocidos para la gente de a pie.
Es como si me presento yo y digo que voy a intentar traer a Messi y Cristiano Ronaldo. Yo lo intento, cuando me digan que no pues ya está: he cumplido. Pues qué bien. O peor aún, como hizo el doble de el abuelo de la familia Monster: PROMETER su llegada. Genial. Y luego cuando no le puedes echar por bocazas, ¿qué haces? Aguantar los años estipulados para que salten las nuevas elecciones.
DEBERÍA de estar prohibido asociar tu candidatura a figuras si no las vas a traer. Si ocurre esto pues fuera. Sólo sirve para crear falsas esperanzas, engañar al personal y encarecer el producto: el precio de la promesa se va a ir por las nubes porque el que lo tenga se va a aprovechar de la situación.
Al final ha sido capaz de poner en total contra al periódico de la capital. No recuerdo cosa igual.Somos idiotas, la mitad del Madrid y la otra mitad del Barça. Curiosamente a los 8 años es bastante probable que optemos por el equipo que mejor está en ese momento. Así de chaquetera es la generación de Oliver y Benji, y como esa, seguramente todas. Y la culpa tampoco es que sea culpa de los niños. Los adultos son peor. Aquí o blanco o negro, o Madrid o Barça. Como casi todo hay “dos fuerzas” que dominan el cotarro: Coca Cola y Pepsi, PC y Mac, Cola Cao y Nesquik, etc. Creo que cualquier persona puede decir que le gusta la una o la otra pero, en cambio, en el fútbol nacional no existe esa dualidad. No es Madrid y Barça, es Madrid o Barça. Lo contrario es que te tachen de colgado. O tienes aprecio por uno o detestas los dos. No hay más opciones “lógicas”.
Y es que además seguimos unos colores que teóricamente ni nos van ni nos vienen. Que en otros campos si prefieres Linux a Windows o prefieres el Cola Cao al Nesquik es que por lo menos lo has probado. Te aporta algo “real”: gestiona tu ordenador o acompaña tus desayunos, pero ser de un equipo de fútbol que no es de tu localidad, ¿qué sentido tiene? ¿Intentas formar parte de un caballo ganador que no tiene ABSOLUTAMENTE NADA que ver contigo y que si mejora o empeora no va a cambiar directamente nada tu calidad de vida? No sé tú, pero yo me siento un tanto estúpido.
¿Y tanto rollo para qué? Pues que estaría bien un análisis interno y pensar qué somos. Si pasamos del fútbol, si somos un seguidor o además de seguidor somos un “financiador” de todo este circo. Yo personalmente creo que formo parte del 2º grupo. ¿Y tú? ¿De qué equipo eres?
PD: No deis de comer al monstruo.